lunes, 26 de marzo de 2007

La vida sigue en Lima


Seguimos disfrutando de Lima y de sus Limeños. La verdad es que se nos pasan los días sin darnos cuenta. Hoy ya hace 12 jornadas que llegamos a la capital y seguimos con ganas de más. El jueves pasado volvimos a visitar la discoteca Aura. Aunque lo pasamos muy bien, acabamos la noche en un hospital de urgencias a causa de una agresión que Bruno sufrió y que le originó un corte en la cabeza que fue cerrado con 6 puntos. Nosotros no presenciamos dicho golpe, pero según Bruno se lo propinó un individuo con la culata de una pistola. Si si, con una pistola, hay que verlo para creerlo. Suerte que le pegó y no le disparó, porque sino ahora estaría escribiendo otras palabras no muy agradables de leer. Nos pareció increíble el asunto.


El viernes fue de total relax, tele y piscina. Al día siguiente habíamos quedado con Gilda y Víctor para acabar de visitar la ciudad. Primero empezamos almorzando un excelente y rico lomo saltado, especialidad peruana. Luego nos dirigimos a ver el barrio chino, el mercado central donde degustamos unas ricas chocotejas, parecido a un bombón pero más grande y con diferentes rellenos. También subimos al famoso cerro limeño de San Cristóbal, cuya cima tiene una gran cruz que se ilumina al anochecer y que se puede ver bastante bien desde la ciudad. La verdad es que el camino para llegar a la cima no era muy agradable que digamos. Pasamos un poco de cague con las numerosas curvas pegadas a profundos barrancos. Luego de todo esto nos llevaron a ver un mercado artesanal de la gente que vive más allá de la cordillera, es decir, en las zonas de selva, más concretamente los Ashanincas. Había todo de puestecitos representando las diferentes zonas selváticas ofreciendo sus respectivos productos. Allí pudimos probar una comida típica peruana, los Anticuchos. Los Anticuchos son los interiores de los animales, como por ejemplo: el corazón. Para terminar la velada fuimos invitados nuevamente a casa de Gilda y su hermana Mirta para tomar una rica merienda-cena y jugar una partida de Uno, que como veis es muy internacional.


Como veis, aquí uno se aburre poco, y cuando eso pasa lo remediamos a golpe de piscinazo.

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