Después de disfrutar de todo un día en el Salar, conociendo algunas de sus islas, sus aves autóctonas, sus animales salvajes, intentando divisar la pequeña franja que separaba el cielo de la inmensidad de sal en el horizonte..., regresamos al frió y desértico pueblo de Uyuni, donde tomamos nuevamente un tren nocturno hasta la ciudad fronteriza de Villazón.
A las 9h. de la mañana tramitábamos los papeles de paso de la frontera a Argentina y a las 11h. ya estábamos diciendo "Adiós" a Bolivia. Dejábamos atrás a su gente humilde y tranquila con rasgos puramente indígenas, con sus vestidos y peinados importados por los españoles cuando fueron colonizados, con sus comidas sencillas, con sus casas y edificios a medio construir, sin a penas rebozado en las fachadas... un país muy rico por todo lo que la naturaleza le ha dado y muy pobre y castigado por todo lo que el hombre le ha quitado...
Fachada general de La Paz
Aunque algo cansada por lar horas de trayecto, la entrada nuevamente a Argentina fue recibida por nosotros de buen grato. Esta vez el destino: Salta.
Ya hace unos meses que estuvimos acá (en Argentina), ya que fue el primer destino de nuestro viaje. En ese momento nos gustó mucho pero quizá no valoramos tanto como ahora el encanto del país. Después de todo lo visto podemos afirmar que NOS GUSTA ARGENTINA!
Desde nuestra estancia en Lima que no veíamos carreteras con carriles delimitados con lineas pintadas en el asfalto, con vayas protectoras, señales de tráfico...; las calles están repletas de coches que siguen sin respetar ninguna norma y, menos aún, a los peatones; la contaminación acústica está menos presente; podemos tomar un bus en una parada (su lugar correspondiente); ya no tendremos que regatear el precio de los transportes ni los taxis; nuevamente hemos encontrado a personas sin miedo a conversar con el desconocido (en el sur de Perú y Bolivia, demostraban un cierto temor cuando nos acercábamos a preguntar); TENEMOS CAFÉ EXPRESSO acompañado, como no, por su vaso de soda; los platos llevan de acompañamiento algo distinto al arroz y nunca falta el pan en la mesa...
Es así de triste pero las personas nos acostumbramos a ciertas cosas y, por más que se quiera, cuesta mucho vivir sin ellas. Te puedes acostumbrar a todo y valorar lo que tienen o no los demás, pero somos lo que tenemos y siempre agradeceremos "la vuelta a casa".
Ah! Mañana llega a Salta nuestra amiga Marina de Blanes, pero gallega). Nos acompañará en nuestra aventura durante unas semanas... Tenemos ganas locas de verla! Formará parte de nuestro blog en los dias que nos siguen.