
Cuando uno va al Perú sabe que tiene una visita obligada a la ciudad de Cuzco, ya que a sus puertas se encuentran las ruinas arqueológicas Íncas más importantes del mundo, La Ciudadela de Machu-Picchu. Todo el mundo aquí habla del Machu-Picchu y te cuentan que es algo impresionante. Pues la verdad es que...tienen razón. Después de subir en tren por los andes durante unas 4 horas a la ciudad de Aguas Caliente, pasar allí la noche y pegarse el madrugón, por fin vimos lo que seguramente será una de las 7 maravillas del mundo moderno. Mientras recorríamos los últimos quilómetros hacia la ciudad Ínca, un cosquilleo nos invadía por todo el cuerpo. Estábamos a punto de ver algo majestuoso y nosotros lo intuíamos. Pues así fue. No pasaban las 7 de la mañana cuando nos encontrábamos en la ladera de una montaña mirando como la niebla invadía todo el recinto. Nadie alcanzaba a ver nada, sin embargo, la maravilla estaba ahí, bajo nuestra mirada penetrante y a escasos metros de nosotros. Dicen que la primera impresión es lo que cuenta, no? Pues eso es lo que pasó. Casi sin darnos cuenta la niebla desapareció y ante nuestros ojos apareció la ciudad perdida de los Incas, El Machu-Picchu. Nada de lo que nos habían contado servía para explicar lo que percibimos en ese instante. Una inmensa ciudad en ruinas apareció por arte de magia ante nosotros, rodeada por un paraje realmente espectacular, indescriptible. Machu-Picchu no son solo ruinas incas imperturbadas por la colonización española, es mucho más. Machu-Picchu debe más de la mitad de su belleza al paisaje que le rodea. Inmensas montañas de selva alta protegen a este paraje. Entre ellas el gigante Wainapicchu. Sus 2700m de altura hacen de esta montaña algo inseparable de las ruinas. No se puede concebir Machu-Picchu sin su fiel guardián. Cuando uno tiene la suerte de haber visto las pirámides de Gizeh y Machu-Picchu se da cuenta de similitud que tienen ambos lugares. Unas se encuentran en medio del desierto, mientras que las otras yacen imperturbables en medio de la selva alta peruana. Sin duda alguna habrá mucha gente que al ver la ciudad perdida de los Íncas haya dicho la tan famosa frase: "Cuando me tenga que morir que sea aquí". Perdona Quim por el plagio del título, espero que lo entiendas.
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