Dejando el mar atrás, nos adentramos en el departamento (provincia) Amazonas (Perú) hasta llegar a su capital, una de las ciudades más antiguas del Perú: Chachapoyas. ¡Qué contraste! Atravesamos de nuevo la impetuosa cordillera de los Andes, para llegar a la pequeña ciudad. La primera parte del viaje hasta Chiclayo fue, nuevamente, un desastre. El deteriorado bus y las ganas "de impresionar" del conductor y las constantes lluvias, no nos dejó descansar ni un instante. Después de pasear por el centro de la ciudad, tomamos el segundo bus nocturno que nos llevó hasta nuestro destino. Nos aseguramos que las condiciones fuesen buenas y así fue.
Después de todo un día de viaje, llegamos a la tierra de orquídeas, de caña de azúcar y café, de peleas de gallos. Es un pueblo muy tranquilo, que sigue manteniendo la esencia del paso de los españoles por la zona. En la época que estamos, época de lluvias, durante un mismo día puedes tener las cuatro estaciones.
Nos sorprendió ver cómo hay personas que viven en zonas tan aisladas y que, lo más cercano que tienen, se encuentra a dos horas en auto por pistas en un estado pésimo.
El segundo día pasamos el día visitando Kuelap, la imponente fortaleza pre-inca ubicada en lo alto de una montaña (a 3080 metros sobre el nivel del mar). Aunque Kuelap fue descubierta 60 años antes que la ciudadela de Machu Picchu, no es tan conocida en el mundo. Un, todavía desconocido lugar, situado en el perfil de la montaña. Pasear por sus restos te transporta 500 años atrás, imaginando cómo debería ser la vida cotidiana de los centenares de personas que allí vivieron. La salida valió la pena por lo que vimos,aprendimos, disfrutamos y por los amigos que hicimos: Christoph y Martina, una pareja de alemanes también interesados en conocer el país. Acabamos la velada cenando y quedando seguir juntos hacia nuestro próximo destino: Tarapoto.
Nos llevamos un buen recuerdo de Chachapoyas!
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